martes, 29 de diciembre de 2009

¿IBAN A FUSILARME?




¿ME SALVÉ DE SER EJECUTADO?


En estos días (diciembre de 2009) en la prensa se afirma que el 20 de diciembre de 1974, al día siguiente del asesinato de Trabal “La dictadura planificó ejecuciones masivas; sólo 5 se concretaron” “Iban a ser más los fusilados”.(“La República”, 28/12/09) Allí se dice que los detenidos ese día y liberados el 7 de enero iban a ser ejecutados, pero “en la mayoría de los casos las ejecuciones fueron detenidas por orden de alguna autoridad.” Y se afirma que sólo fueron asesinados los cinco ex – presos políticos que aparecieron en Soca.
Considero oportuno ante estas nuevas evidencias transcribir el fragmento de “Los hombres grises” (http://loshombresgrises.blogspot.com) publicado en noviembre de 2007 en la que recuerdo mi detención durante el período mencionado.
Tenía 23 años, y ya había estado dos preso ……..

“Faltando pocos días para Navidad, de pronto veo parar una camioneta militar frente a la puerta del comercio y descender un oficial y un sargento acompañado de varios soldados armados con fusiles. El oficial dijo que debía acompañarlos.¿Por qué? Pensé que me habría olvidado de ir a firmar, pero no era así. No supieron o no quisieron decirme por qué me detenían. No era necesario : estábamos en una dictadura y la arbitrariedad era la norma general. Pedí para avisar a mi casa, para que alguien fuera a atender el comercio. Me dejaron ir al almacén de la esquina,y desde allí telefoneé a un vecino (en casa no había teléfono).La gente del almacén miraba con curiosidad a los militares que me acompañaban y más cuando dije “me llevan detenido las Fuerzas Conjuntas”. Esperamos un rato. Se empezó a congregar gente en las esquinas, entre las que vi a varios frentistas.Uno de ellos, un muchacho, entró al salón como para comprar.”Borrate”, le dije,”me llevan preso”. Igual quiso arriesgarse para demostrarme su solidaridad. Finalmente resolvieron no esperar más. Dejé la llave a una vecina que me dio un beso, y subí a la camioneta. Allí pude ver a un militante del FARO que había conocido en Libertad. Aún pasamos por la casa de otro ex – preso a recogerlo. Luego marchamos para el cuartel de Blandengues. Al llegar me vendaron los ojos y pensé ¿habrán descubierto que soy un militante comunista clandestino y van a torturarme? Luego de recorrer corredores que me parecieron interminables, al sacarme la venda vi que estaba en un consultorio médico. El galeno me revisó, y luego fui llevado a un pequeño calabozo. Pude oir que el militante del FARO estaba al lado. Nos pusimos a conversar, y pasados los días a cantar juntos a voz en cuello sin importarnos dónde estábamos, canciones de la República Española. Sólo nos sacaban de mañana a lavarnos (no bañarnos) y cuando pedíamos a gritos para ir al baño. Cuando algún soldado nos traia la comida (un guiso) aprovechaba para volver a preguntar por qué estaba detenido, y hasta cuándo. El día de Navidad me abrieron la celda a medianoche y vi a varios soldados de civil . ¡Zas! (pensé) “ahora me dan la salsa”.Pero era sólo para darme un vaso de gaseosa. Un día pedí una hoja y un lápiz y escribí una carta diciendo que mi esposa estaba embarazada y que solicitaba me dijeran por qué causa estaba detenido, y hasta cuándo me iban a tener, porque necesitaba trabajar y no creía que mi padre enfermo y mi esposa embarazada fueran capaces de atender un comercio. Esa madrugada me llevaron al despacho de un oficial. En las paredes había numerosas fotos de competencias de equitación. El oficial me dijo que había leído mi carta , y que aunque no era partidario de esas medidas, debía cumplirlas porque eran ordenes superiores. No contestó a mis interrogantes, pero me tuvo un buen rato tratando de sonsacarme mis ideas. Me dijo que para él todos, tupas, bolches, MRO, eran lo mismo. Trató de ver si yo sabía sobre una tendencia dura , marxista –leninista de los “peludos” de UTAA, de la que yo no había oído hablar. Volví al calabozo igual que había salido. Así pasó el fin de año. Oíamos los fuegos artificiales y pensábamos cuánto más nos tendrían. Dos días después de Reyes, el 8 de enero de 1975 , con la misma falta de explicación con la que me habían traído, me dijeron que preparara mis cosas para irme. Iba dejando el cuartel cuando me crucé con un oficial mate en mano y termo bajo el brazo. A pesar de que la razón me aconsejaba salir de allí lo antes posible, quise averiguar por qué me habían tenido preso casi un mes. Le pregunté y se pasó un dedo por el cuello diciendo “para que no lo pasaran a cuchillo”. No pregunté más y me fui lo más rápido que pude. Durante los 33 años que han transcurrido desde entonces, he pensado mucho sobre esa respuesta. El día que me detuvieron había sido asesinado el coronel Trabal, agregado militar en París por una supuesta “Brigada Internacional Raúl Sendic”. No se sabe hasta hoy si lo mataron los tupamaros, algún grupo francés similar o los propios militares, por una lucha entre facciones. Cuando yo ya estaba detenido aparecieron muertas varias personas en Soca, que habían estado presas por tupamaras, en una aparente represalia por la muerte de Trabal. ¿Estaré vivo porque unos militares me detuvieron para que otros no me mataran? O quizá fue otra represalia más suave que matarnos. Nunca lo sabré. Paré un taxi y me dirigí al salón. Al llegar mi padre se emocionó mucho y me abrazó. Tomé plata de la caja y pagué el taxi. Había un corredor, que al enterarse de lo que me había pasado,dio a conocer su identidad frentista y me expresó su solidaridad. Pregunté por mi esposa. Mi padre me dijo que estaba en la Española visitando al médico. Fui hacia allí. Cuando entré al pasillo, la vi sentada, hermosa con su pancita. Se emocionó mucho al verme. Estuve con ella hasta que vio al médico. Todo estaba bien, y mi primer hijo pronto iba a nacer. Me había esperado. Resolví volver con mi padre para ayudarlo .Nada más llegar fue emocionante el desfile de vecinos que comenzó. Todos venían a besarme o a estrecharme la mano, expresando así su rechazo a la dictadura militar, y su simpatía por jóvenes perseguidos. Me enteré que el doctor Bossano, que vivía a la vuelta, había estado todos los días para ver cómo estaba mi esposa. A la mañana siguiente salíamos rumbo al sanatorio. Nació mi hijo mayor el 9 de enero de 1975.Al sanatorio acudieron todos los duendes de la clandestinidad (como decía Arismendi) del PCU, militantes del 26 y mis ex – compañeros de prisión.”

Prof. Antonio Romero Piriz
( “Orejano Oriental”)

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