Quien calla, otorga
Al poco tiempo de finalizada la segunda guerra mundial, Albert Camus recibió información de un ciudadano ruso exiliado en París sobre las persecuciones realizadas por Stalin contra camaradas que comenzaban a disentir. En el mejor de los casos, eran condenados a trabajos forzados en campo de concentración en Siberia, pero muchos eran ejecutados lisa y llanamente. Camus trasladó estas denuncias a Jean Paul Sartre, su amigo y compañero de andanzas en aquéllos tiempos. El fundador del existencialismo no dudó de las fuentes de Camus, pero, pese a su aversión manifiesta hacia el estalinismo, aconsejó a su amigo no hacer pública esa información para no hacerle el juego a la derecha. Sartre era partidario de esperar un momento más oportuno para denunciar esas barbaridades.
Pasan los años y la naturaleza de estos hechos se vuelve a repetir una y otra vez en distintos puntos del planeta y en países regidos por sistemas autoritarios (y otros no tanto) de la más variada procedencia. Basta con repasar los “comunicados oficiales” desmintiendo las atrocidades denunciadas por las organizaciones de derechos humanos o por la oposición del régimen de turno, para ver la estrecha similitud en la redacción y en los conceptos; a tal punto, que si uno quita el origen de un cable de noticias y se lo da a leer a una persona precavida y suspicaz, no podrá discernir si ese texto proviene de Chechenia o de Pakistán, de Birmania o de China, de Venezuela o de Cuba, de Níger o de Burkina Faso. Y en caso de recurrir a documentos históricos sin mostrar el origen de los hechos que se describen (masacres, torturas, persecuciones y cárceles), tampoco el lector podría saber si se refiere al régimen de Pinochet o del Goyo Alvarez, a la dictadura de Vidiela o al régimen de Fidel.
Cuando prima la intolerancia al grado de que quien piensa distinto es un enemigo (o el diablo, o un agente de la CIA) estamos condenados a transitar por caminos abyectos. Y si seguimos callados para no hacerle el juego al “otro” retrocedemos inevitablemente hacia los rincones más oscuros de la humanidad como especie.
Todas estas reflexiones estallaron en mi cerebro cuando camino al trabajo escuché las declaraciones de la madre de Orlando Zapata Tamayo, quien acababa de morir en un hospital cubano luego de 85 días de huelga de hambre.
Confieso que hasta entonces no tenía idea de quién era Zapata Tamayo, pero me bastó encender el computador al llegar a mi oficina y recorrer la prensa mundial en internet (incluido el Granma), para tener todas las versiones acerca de este disidente cubano que se rebeló ante sus carceleros como en otros tiempos lo hicimos los que sufrimos reclusión en el Uruguay durante los los oscuros tiempos de la dictadura.
Oír las declaraciones de Reyna Luisa Tamayo Danger, madre de Orlando Zapata, me retrotrajo inevitablemente a las denuncias que hacían nuestros familiares ante las organizaciones de derechos humanos cuando lo militares perseguían y torturaban a cuanto ciudadano conspirara contra el régimen. Y oír las explicaciones del presidente Raúl Castro sobre la muerte de este disidente, me trajo a la memoria, aunque con distinto signo, la palabras del inefable general Rapela en cadena de radio y televisión, pocas horas antes del plebiscito de 1980, cuando vio venir la derrota del proyecto de reforma constitucional de la dictadura. Nuestros “gorilas” le echaban la culpa siempre a la subversión y al marxismo internacional. El gobierno cubano martilla constantemente sobre el mismo cuco: el imperialismo yanqui y su bloqueo a la isla.
A esta altura de mi vida y con los 13 años de dura cárcel a mis espaldas, me indigna profundamente la muerte de Orlando Zapata Tamayo como en su momento me indignó la muerte de Vladimir Roslik y la de mis compañeros en el Penal de Libertad. No quiero permanecer callado ante estas inequidades. Más acá de mis simpatías por la revolución cubana y de sus logros en los planos de la salud y de la educación, no puedo dejar de discrepar con la ceguera ideológica que siguen mostrando sus gobernantes a casi veinte años del fin de la guerra fría. Flaco favor le están haciendo a su pueblo y a todos los que creemos en la solidaridad, en la justicia, en la libertad y en la tolerancia.
Independientemente de las versiones oficiales y de los argumentos de los disidentes, nada puede justificar la muerte de este cubano, aunque algunos lo tachen de “gusano” y otros de “héroe de la libertad”. Esta muerte es tan condenable como las atrocidades que cometen los gringos con los presos en Guantánamo.
Y en este caso, además, una mano no lava la otra: las dos están sucias de sangre y de muerte.
En mi opinión, hace años que llegó el momento de no permanecer en silencio. Hay que desterrar para siempre el argumento de no hacerle el juego a la derecha. No es válido. Callarse es hacerse cómplice de los errores, de los dogmas y de las taras que necesariamente generan la falta de libertad, la burocracia y el fanatismo.
La crítica, en última instancia, sigue siendo una herramienta liberadora. La obsecuencia, por el contrario, solo alimenta a la vanidad de los hombre y a la tiranía de los gobiernos.
NOTA DE MARCELO ESTEFANELL, EX –GUERRILLERO TUPAMARO, EN 180.com.uy
miércoles, 31 de marzo de 2010
viernes, 26 de marzo de 2010
MARGARITA MICHELINI RECLAMA LIBERTAD PARA LOS PRESOS POLÍTICOS CUBANOS
Con mucho agrado leí la carta de Margarita Michelini publicada el 23 de marzo en la página 17 de El Observador, titulada “Cuba y los DDHH”.
Cito algunos pasajes : “ en aquel paraíso que soñaron no se respetan los DDHH”…”También fui víctima de la dictadura uruguaya”…….”Hago pública mi consternación por la muerte del preso político Orlando Zapata” … y sobre todo “ME ADHIERO AL RECLAMO DE LIBERACIÓN DE LOS PRESOS POLÍTICOS DE CONCIENCIA EN CUBA”.
Conocí a Margarita hace 40 años, cuando los dos eramos jóvenes estudiantes de Magisterio en el Instituto Normal del Prado cuando soñábamos y luchábamos por “la revolución” que terminaría con todas las injusticias.
Ella de la agrupación 3 (los “anarcos” de la ROE, Resistencia Obrero Estudiantil) y yo primero de la agrupación 5 (de los bolches de la UJC) y luego de la agrupación 26 (de los pro-tupas del Movimiento de “independientes” 26 de Marzo).
Ambos sufrimos en los años de plomo.
Sé de su calvario en la Argentina.
Yo por mi parte, como lo he relatado en http://loshombresgrises.blogspot.com estuve preso y exiliado para terminar luego con aquellos sueños destrozados de la forma más brutal.
Me alegro de que hoy nos siga uniendo el reclamo de justicia, por la libertad de los presos políticos en Cuba.
Margarita, desde acá te saluda “el mono” de Magisterio.
Prof. Antonio Romero Piriz
“Orejano Oriental”, de la Red Uruguaya por Democracia para Cuba.
domingo, 14 de marzo de 2010
DE UN EX-PRESO POLÍTICO URUGUAYO A OTRO
CARTA ABIERTA DEL PRESO POLÍTICO 705 AL PRESO 815
(PUBLICADO EN EL DIARIO "EL PAÍS" DE MONTEVIDEO EL SÁBADO 27 DE FEBRERO DE 2010,en "Búsqueda" y en varios sitios de Internet)
Usted y yo fuimos presos políticos durante años cuando en nuestro país había una dictadura.
Eramos los números 705 y 815 en el Establecimiento Militar de Reclusión número uno , conocido popularmente como “penal de Libertad”.
Una diferencia de 110 “números”, de 110 personas, indica que convivimos en ese campo de concentración.
En distintos pisos, pero en el mismo edificio.
Nos cruzamos más de una vez.
Ambos estuvimos rapados, con un mameluco gris que tenía el número en el pecho y en la espalda.
Ambos tuvimos que correr “largo,largo” con el brazo doblado.
Ambos tuvimos que sufrir “verdugueos”.
Sabemos de los verdugueos que sufre un preso político.
Ambos comimos de la misma comida.
Sabemos qué comida reciben los prisioneros.
Ambos estuvimos solos o acompañados en una de aquellas pequeñas celdas.
Sabemos lo que es estar en una pequeña celda.
Luego la vida, la circunstancia de cada uno, nos ha separado mucho más que eso.
Hoy en Cuba un preso político como lo eramos nosotros, que sufría verdugueos de los uniformados, que comía lo que comen los presos, que sabía lo que es estar en una pequeña celda, murió después de 85 días de huelga de hambre.
Es decir, murió de hambre.
Un preso político de una dictadura, como lo eramos nosotros.
Un disidente que no usó ningún tipo de violencia contra la dictadura.
Sólo estaba preso por tener ideas diferentes.
Un prisionero de conciencia.
Quienes fueron sus compañeros en la prisión son arrestados por la soldadesca de la dictadura para que no puedan asistir a su velatorio.
Cuarenta años después de haber estado con usted en el campo de concentración, quien fuera el 705 condena y repudia a esa dictadura y protesta por el asesinato de un preso político .
¿ Y USTED?
Prof. Antonio Romero Piriz
NOTA : preso político número 705: Antonio Romero Piriz
Preso político número 815 : José Mujica Cordano, Presidente electo de la República.
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